viernes, 21 de septiembre de 2007

Cuando mi papá era mago



Hoy mi papá hizo figuras con cajeta. Mi mamá la sirvió en el platito verde de plástico cuando él dijo que quería un postre. Él pidió el platito verde porque ahí las figuras se ven más bonitas. Cuando lo tuvo enfrente, agarró la cuchara con un poco de cajeta, la levantó muy alto y dejó que cayera en hilitos. Primero hizo una carita y luego un barco. Gogo y yo nos moríamos de risa. Mi papá es divertido. Mi mamá se enojó porque no se comió la cajeta. No es justo. Ella siempre se enoja y lo regaña.


La casa donde conoció a su padre tenía una alfombra verde en todas las habitaciones menos en la cocina, donde había un piso de baldosas rojas color ladrillo. El ante comedor era de una madera muy oscura que contrastaba con la luz que entraba por el ventanal que daba hacia un patio de cemento. En esa mesa hizo sus primeras planas de bolitas y palitos en unos cuadernos forrados de papel lustre amarillo y con calcomanías de la Pantera Rosa en las portadas. En esa mesa comió su primer hígado encebollado que era muy nutritivo. En esa mesa su mamá le servía pepinos con limón mientras estaba lista la comida y platicaban sobre su día en la escuela, ella vestida con su uniforme amarillo con delantal blanco. Lo ve ahora en las películas súper ocho que su papá tomaba todo el tiempo, y le parece bonito y coqueto aunque lo odiaba en aquel entonces porque era demasiado corto y se le veían los calzones cuando se agachaba.


Mi papá es mago. Agarra una paleta y la desaparece. Después la saca por tu oreja o por tu nariz. Siempre me pregunta como caben en una nariz tan chiquita unas paletas tan grandes. Gogo llora cuando las paletas desaparecen. Piensa que nunca volverán. Yo le digo que no se preocupe, papá siempre las encuentra.


Comíamos tortitas de papa cuando mi papá gritó. Mi tía gritó también mientras mi mamá les decía que se calmaran. Mi tía le dijo a papá palabras que yo nunca había oído y que lo hicieron enojar. Salió de la casa y cerró fuerte la puerta. Le dije a Gogo que nunca le voy a volver a hablar a mi tía. Lastimó a mi papá.


Su padre salía sin pantalones. Se vestía, se peinaba y se despedía de los niños, jugando una travesura anticipada y repetida. Los niños le gritaban que no se fuera y se colgaban de sus piernas, mientras él preguntaba ¿me falta algo?...los pantalones gritaban los dos casi al unísono. Él se sorprendía y corría a ponérselos boquiabierto y dando las gracias por recodárselo ¡Cómo se iba a ir a trabajar así! ¡Qué bueno tener unos niños tan listos que se daban cuenta de todo! Años después su psicoanalista interpretaría repetidas veces ese comportamiento como una metáfora de sus imágenes masculinas: hombres sin pantalones. Pero eso fue después, mucho después de que su papá dejara de hacer magia. Ahora entiende muchas cosas. Los silencios de su madre y las ausencias de su padre, entre otras.


Gogo se comió un veinte hoy. Jugábamos con las figuritas rojas en la alfombra verde de su cuarto cuando se puso blanco y después morado. Grité y mamá y papá llegaron corriendo. Mi papá tomó a Gogo de las piernas y lo puso de cabeza. Se le quitó lo morado y se puso blanco mientras lloraba y mamá lo besaba. Le dieron un plátano. Papá dijo que esa moneda en su panza le iba a dar mucha suerte. Le dijo que su cuerpo la iba a cambiar de color. De plateada se iba a volver verde o negra. Y así fue. La moneda salió convertida en verde como la alfombra. Gogo también es mago.


Mi papá se sacó la lotería y nos fuimos a vivir a una casa más grande. Nos compró todos los juguetes que quisimos y que cupieron en el coche. Fue mágico, como todo lo que él hacía. La casa nueva tenía muchos cuartos y una sala enorme. Gogo y yo jugábamos mucho tiempo solos. Mamá trabajaba y papá no estaba. Se compró un encendedor dorado con sus iniciales además de muchas cadenas y crucifijos de oro. Llegaba tarde en las noches y dormía todo el día. Cerraba su puerta y decía que no hiciéramos ruido. Papá ya no hacía magia. Alguien se la robó. Quizá él mismo.


La casa nueva también tiene alfombra verde. El cuarto de juegos tiene un tapiz de rayas verdes que no me gustan nada. Hoy jugamos con los muñecos. Eran muchos hermanos en sus naves espaciales que huían de un papá malo que no los quería. Los hermanos se cuidaban entre ellos y viajaban por galaxias peligrosas. Me gusta jugar con mi hermano aunque me molesta mucho. Siempre quiere romper mis muñecas. El muñeco papá tiene la cara destrozada por alfileres que Gogo le ha clavado. Es un muñeco muy feo. Me asusta.


Hubo dos casas en su infancia, ambas con alfombra verde. En la primera, donde nació, su papá era mago y la segunda donde, en una especie de orfandad, creció y se hizo adulta…siempre añorando las figuras de cajeta, el coche lleno de juguetes y las paletas que aparecían en la nariz.













3 comentarios:

Tessitore di Sogno dijo...

Que bonito cuento de hadas, lleno de colores y magia pero sobre todo de corazón.

Me recuerda la relación que yo veía entre mi hermana y mi padre, las niñas siempre han tenido una cierta empatía con los papás que yo disfruto.

SI tuviera hijos, desearía por sobre todas las cosas una niñita, para contarle muchas cosas y ser su mejor amigo y solapador.

Tal vez, con un pelín de suerte, yo podría ser su mago, así como el tuyo hizo magia durante tanto tiempo.

Gracias por este VERDE pasaje!

Anónimo dijo...

Hola Viviana! Me fascinó tu historia, por favor, escribe más y llévanos a ese lugar donde hemos sido tan felices. Me hiciste viajar en el tiempo, aunque me sentí un poco desdichada porque también pensé en mi papá mago y en un gogo (que era titito) Gracias por compartir.

Mariluz Barrera González dijo...

Mi querida Viviana... esta es realmente la historia mas profunda y bella que te he leído... es hermosa... y tan real... que siento nostalgia y dolor... por todo aquello que papá con su magia desapareció....

Eres una super mujer, y me atrevo a decir que eres maga y tienes una magia mucho mas especial que la de tupadre... transformando tu vida en una historia que el mismo envidiaría...

Cuidate mucho.... y te dejo un fuerte abrazo.

Mariluz.